Según el miembro de la Knesset Ariel Kallner, del gobernante Partido Likud, la intensificación del asedio de 16 años tiene “un único objetivo: la Nakba”, palabra árabe que designa la “catástrofe” de 1948 en la que las milicias sionistas obligaron a 750.000 palestinos a abandonar sus hogares. "Una Nakba que eclipse la Nakba de 1948".
Pero la Nakba del 48 nunca terminó. Más bien, durante los últimos 75 años, el pueblo palestino ha sufrido un proceso continuo de desposesión violenta. Desde 1948, los palestinos han perdido más del 85 % de sus tierras. En lo que queda, el Estado israelí ha envenenado el suelo, contaminado el agua, construido muros, instituido puestos de control y llevado a cabo invasiones letales.
Sólo en los nueve primeros meses de 2023, las fuerzas israelíes mataron a más palestinos en Cisjordania que en ningún otro año desde que la ONU empezó a registrar las víctimas mortales en 2005.
Contra este sistema de apartheid, la resistencia palestina también ha sido continua. Desde la Gran Revuelta de 1936 hasta la Intifada de la Unidad de 2021, el pueblo palestino ha perseguido su derecho reconocido por la ONU a luchar por la liberación nacional.
En 2018, cuando los palestinos de Gaza organizaron la Gran Marcha del Retorno —caminando desarmados hacia las vallas militares que los enjaulan— más de 8.000 civiles fueron baleados, y al menos 220 asesinados, por las fuerzas armadas israelíes.
Las potencias occidentales llevan mucho tiempo fomentando esta violencia en beneficio propio. A principios del siglo XX alimentaron el movimiento sionista como instrumento de control colonial en Asia Occidental. Desde entonces, han financiado y armado al régimen israelí como un puesto avanzado del imperio.
Ahora, tras la declaración de “guerra” del primer ministro Benjamin Netanyahu el 7 de octubre, los Estados Unidos han enviado el grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford al Mediterráneo para proporcionar apoyo “rápido” a las Fuerzas de Defensa de Israel.
Estas armas están destinadas a cometer crímenes contra la humanidad. En Gaza viven dos millones de personas, la mitad de ellas niños. Con la promesa de Netanyahu de convertir Gaza “en escombros”, esta población será castigada colectivamente a la muerte, el hambre y el despojo.
Estos crímenes no prometen poner fin al ciclo de violencia, sino más bien mantenerlo. “Puesto que la opresión es la causa fundamental de la violencia, para acabar con toda la violencia —la violencia inicial y continuada del opresor y la resistencia reactiva de los oprimidos— debemos actuar para acabar con la opresión”, escribe el Comité Nacional Palestino de BDS.
Por eso nosotros, los abajo firmantes, llamamos a las fuerzas progresistas del mundo a marchar por millones por la liberación de Palestina. La única forma de forjar una paz duradera es acabar con la Nakba de una vez por todas.